CAPÍTULO 4
Hoy ya no nos arrestan por repartir Biblias.
Tampoco necesitamos esconderlas bajo una capa o traducirlas en secreto.
Pero eso no significa que sea fácil.
Vivimos en una sociedad donde la Biblia no es perseguida… es ignorada.
Donde ya no se prohíbe, pero se considera irrelevante, anticuada, prescindible.
Donde hay más acceso que nunca, pero menos escucha.
A veces, lo que más cuesta no es distribuir una Biblia, sino lograr que alguien la abra.
Que descubra que sigue teniendo algo que decir.
Que no es solo un libro antiguo, sino una voz viva que habla al corazón.
Ese es hoy uno de nuestros mayores desafíos.
Combatimos la indiferencia con creatividad.
Respondemos a la confusión con claridad.
Frente al ruido, proponemos una Palabra que transforma.
No lo hacemos con estrategias de poder.
Lo hacemos como siempre: sembrando con fidelidad, confiando en que Dios da el crecimiento.
Y si estás leyendo esto, es porque formas parte de esta misión.
Gracias por estar. Gracias por creer. Gracias por seguir con nosotros en este camino.
La historia de Sociedad Bíblica sigue viva. Y tú estás dentro de ella.