
1 al 7 de diciembre
Después de la tormenta: Huracán Melissa deja un rastro devastador
Cuando una tormenta arrasa con todo, lo que queda no siempre se mide solo en escombros. Quedan también silencios largos, familias separadas, templos derrumbados y una incertidumbre que duele. El huracán Melissa, uno de los más potentes en la historia del Caribe, dejó una huella profunda: 75 vidas perdidas, decenas de desaparecidos y miles de hogares destruidos en Jamaica, Cuba, Haití y República Dominicana. Muchas familias lo han perdido todo.
En medio de esta devastación, damos gracias porque el personal y las instalaciones de las Sociedades Bíblicas en estos países no sufrieron daños. Pero el dolor de sus pueblos es también el de nuestras hermanas y hermanos en la fe. Hoy, más que nunca, necesitan nuestras oraciones, nuestro apoyo y nuestra esperanza compartida.
Desde Sociedad Bíblica oramos y nos unimos a los esfuerzos que ya están en marcha: proyectos de emergencia para suplir necesidades básicas y reactivar el ministerio bíblico, incluso en medio del dolor. Porque la Palabra puede llegar también en forma de consuelo cuando todo parece estar perdido.
📖 «Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas» (Salmo 147:3).

8 al 14 de diciembre
¿Cómo es ir a la iglesia en Ucrania?
En muchos lugares del mundo, ir a la iglesia implica simplemente escoger una hora y un lugar. En Ucrania, sin embargo, esa decisión puede ser tan compleja como valiente. Allí, un servicio dominical puede celebrarse en un refugio subterráneo, en la casa de un amigo bajo el sonido de sirenas, o en una iglesia hermosa y silenciosa, atravesada por la incertidumbre. La fe se vive con intensidad… y con cicatrices.
La guerra ha convertido lo cotidiano en extraordinario. Aun así, el 85 % de la población ucraniana se sigue identificando como cristiana, en su mayoría ortodoxa, aunque solo una de cada ocho personas asiste regularmente a la iglesia. No porque falte fe, sino porque la realidad es difícil. Los pasillos de las iglesias se llenan de paquetes de ayuda, los cultos se mezclan con bendiciones a capellanes y voluntarios, y las homilías a menudo se convierten en despedidas para quienes no volverán.
La comunidad cristiana en Ucrania, profundamente dividida en lo institucional, no deja de estar unida en lo esencial: en la esperanza. En medio de la confusión política, las tensiones entre iglesias y la amenaza constante, se mantiene vivo el deseo de seguir orando, de compartir el pan, de cantar, de escuchar la Palabra. Incluso en medio de la devastación, la iglesia es un espacio donde se recuerda que Dios sigue siendo refugio.
📖 “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1)

15 al 21 de diciembre
Sin hogar pero con esperanza
Diciembre es un mes en el que muchos imaginan cenas en casa, reencuentros familiares y luces cálidas en las ventanas. Pero para miles de personas en España, la Navidad llega sin una puerta que cerrar, sin una mesa donde sentarse, sin el calor de un hogar.
22 al 31 de diciembre
Cuando la esperanza tomo forma humana
En medio de un mundo convulso, cansado, marcado por guerras, incertidumbre y dolor, la Navidad vuelve a decirnos algo esencial: Dios no se quedó lejos. Decidió acercarse. Y lo hizo de la manera más humilde y desconcertante posible: nació como uno de nosotros.
Jesús vino al mundo en una noche común, pero su llegada cambió la historia. No traía poder, ni ejército, ni riquezas. Traía esperanza. La misma que tantas personas hoy siguen necesitando: la certeza de que no estamos solos, de que la luz todavía puede brillar en la oscuridad, de que hay un futuro más allá de lo que vemos.
📖 “El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció” (Isaías 9:2).
Cada Navidad, ese mensaje vuelve a nosotros. Nos invita a abrir el corazón y preguntarnos: ¿cómo podemos ser portadores de esperanza? ¿Cómo podemos, como Él, acercarnos al que sufre, al que espera, al que no tiene consuelo?
Oramos:
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Por quienes llegan a estas fechas con el alma herida, vacía o en soledad.
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Para que la luz de Cristo renueve nuestra esperanza, incluso en medio del caos.
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Por todas las personas y comunidades que trabajan por llevar consuelo, ayuda y buenas noticias a quienes más lo necesitan.
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Que esta Navidad, más que una celebración, sea un acto de fe: creer que la esperanza sigue viva… y se llama Jesús.
